Cuando en ocasiones, algunas personas nos preguntan si no nos cansamos de viajar tantas veces a los mismos sitios o si no nos resulta algo monótono, a nosotros nos gusta responder que no, es más, es todo lo contrario, cada viaje a cada lugar es único y especial.
Cada viaje depende de las personas que componen el grupo, de las circunstancias que lo rodean y la verdad es que, en general, es todo lo contrario, cada viaje es verdaderamente muy diferente.
En nuestro reciente viaje a Islandia hemos podido vivir de primera mano una de las experiencias más sobrecogedoras que se pueden vivir en este planeta, visitar el cráter de un volcán que se encontraba en plena erupción.
Y aunque en España aún tenemos en la retina la reciente experiencia de la erupción en la isla de La Palma, realmente la ocasión de visitar un volcán no es algo que suceda todos los días ni en todos los lados.
Por eso, en cuanto supimos de la erupción nos pusimos manos a la obra para incluirla en nuestro plan de viaje.
En ruta para visitar un volcán en erupción
El día comenzó cambiando los planes por completo porque cuando hay un volcán en erupción, tu itinerario debe cambiar para adecuarse a él. Cuando planeamos el viaje no había volcán en erupción pero un par de semanas antes el Fagradalsfjall entró en erupción provocando una lengua de lava masiva a continuación de las erupciones de 2021 y 2022.
Así que, allá que nos fuimos, rehicimos todo el itinerario y nos pusimos en marcha después de una inspección previa del terreno ya que la seguridad debe ir primero.
Una de nuestras guías realizó la ruta el día anterior para comprobar la seguridad de la misma y la adecuación a las condiciones del grupo, y una vez realizado este chequeo se dio luz verde a la excursión.
Con reservas de comida y agua en la mochila y la ropa de abrigo necesaria nos pusimos en marcha en una ruta que nos llevaría a lo largo de las sucesivas coladas de sendas erupciones de 2021, 2022 y finalmente la activa de 2023.
Unos pocos más de 20km de ruta en total (prácticamente una etapa del camino de Santiago), y unas 5 horas aproximadamente de trayecto entre la ida y la vuelta hicieron posible para nuestros ojos contemplar un auténtico espectáculo de la naturaleza.
A día de hoy, pasada algo más de una semana, parece fácil decirlo, estuvimos viendo un volcán en erupción, pero creednos si os decimos que no es algo tan sencillo de contemplar y que verdaderamente te deja sin aliento.
Los sonidos del rugir de la tierra alrededor, los colores de la lava viva en el interior del cono volcánico, el calor que desprende la colada aunque parezca que ya está enfriando, y sobre todo, ser conscientes, una vez más, de la fuerza de la naturaleza y como cada uno de nosotros somos insignificantes piezas de su mecanismo.
Definitivamente, una de esas sensaciones que difícilmente se puede explicar con palabras. Y tú, ¿tienes alguna experiencia sobrecogedora que contarnos de alguno de tus viajes?
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